Muchos consideran que empezamos a vivir en el instante que venimos al mundo. Nada más lejos que eso. Comenzamos a vivir en el momento de la concepción. Justo en ese “segundo” el alma es unida al cuerpo. A partir de ahí, vivimos y por lo tanto empezamos a sentir.
Pensarás que esto es imposible, pero hay estudios que demuestran que el feto puede oír dentro del útero de la madre, y si el oído es uno de los cinco sentidos, entonces ¿Qué otras cosas puede sentir el feto? La respuesta es sencilla, todo aquello que la mujer embarazada pueda sentir.
Seguramente te acordarás con facilidad del primer recuerdo que tienes con tu madre, un olor, una canción de cuna,… también recordarás los sentimientos que te unen a ella.
Pues esos sentimientos, fueron gestados contigo, al mismo tiempo, como si de un cordón umbilical de sentimientos se tratara, al igual que ella alimentó tu cuerpo, de la misma forma lo hizo con tus sentimientos, tu forma de ser, tu forma de actuar,…
Por esta razón es muy importante la salud tanto física como mental de una mujer embarazada, dependerá de ella y de su entorno, que el futuro bebé nazca totalmente sano.
Imagina por un momento que nuestra protagonista, la embarazada, sufre un gran disgusto, la muerte de un ser querido,… todo lo que siente, la angustia, el mal estar, la nostalgia, el dolor,… se transmite al feto a través del cordón umbilical y el retoño aceptará estos sentimientos como suyos y se unirán a él. De esta manera, puede desarrollar un miedo a la muerte desde antes del nacimiento sin que en su vida terrenal nadie haya fallecido.
Si estás embarazada o tienes a una mujer muy próxima a ti que lo esté, debes saber que es muy importante la salud de la futura mamá en todos los aspectos.
Tanto para ella como para ti, el mayor propósito debe ser que la salud de ese futuro bebé sea completa, deberá (o deberás) cuidarse absolutamente, aunque desde aquí nos centraremos más en la salud mental, es decir, aplicaremos la típica frase “No se le deben dar disgustos a una embarazada”. Eso sí, no consiste en mentir, se trata de dar la noticia, situación similar,… y que está sea lo menos “dolorosa” para ella, de este modo podremos evitar que el bebé nazca sin esa “preocupación”.
Si aun así, ocurriera algo que es inevitable que la futura mamá deba conocer, o cualquier situación que pueda alterarla mentalmente, deberás tomártelo con calma, dejando paso al amor, no te dejarás llevar por la situación, no serás egoísta y pensarás siempre en la salud del feto. ¿Qué diferencia existe cuando tienes que proteger a un bebé o un niño pequeño, ninguna, ¿verdad?, es un instinto que tiene la mujer, pues entonces tendrás que actuar igual, cuidarás de ese futuro bebé como si ya lo tuvieras en tus brazos. Evidentemente si tú o la futura mamá no sois capaces de hacerlo solas, tendrás en tus manos la ayuda de tu terapeuta, pero siempre debes tener en presente que la salud del futuro bebé es muy importante.
Una vez que se haya conseguido traer al mundo bebés completamente sanos, el camino está medianamente hecho para que sean adultos completamente sanos porque llegas a este punto con una duda resulta ¿Cuántos de estos “malos” sentimientos son míos y cuántos “heredados”?
Tu mismo/a tienes la respuesta, son solo tuyos, tu madre evitó todo lo que pudo afectarte estando embarazada, por lo tanto debes ser tu mismo/a la que sane, la que se enfrente a sus “miedos” y los supere, con amor y perdón, descubriendo la raíz del problema, y acabando con ella (solo o con ayuda del terapeuta) sabiendo que solo es producto de tus temores internos que pueden ser tratados y curados, y entonces tú sanarás. Ahora ya está en tus manos querer ser una persona completa, solo depende de ti.
Y para terminar te dejo una cita de Mariam Cárcel que te ayudará a conectar con tú futuro bebé:
La relación entre la madre y la hija es la relación más íntima entre seres humanos, por encima de las relaciones sentimentales. Nunca tendremos esa intimidad de estar dentro de alguien, completamente seguras, alimentadas y sostenidas. Aún con las heridas heredadas entre las dos, el vínculo no se rompe, ni aunque queramos.
Es hora de sanar y ser feliz
Artículo escrito por Yu GM y Erika Rufo